Tu pareja te ha comunicado que quiere separarse o poner fin a la relación, pero tú no quieres hacerlo. Es normal que te sientas insegura, triste o enfadada, ya que te han puesto en una tesitura en la que no querías estar y es posible que tengas que enfrentarte a una ruptura sentimental, pero intenta mantener la calma: es momento de dialogar asertivamente con tu pareja para ver cómo se siente al respecto y responderte algunas preguntas:
- ¿Es una decisión firme?
- ¿Habéis tenido ocasión de hablar de ello largo y tendido, en un ambiente de confianza y tranquilidad?
- ¿Hay algo que pueda hacerse para resolver algunas posturas enfrentadas?
- ¿Habéis contemplado la opción de pasar antes por una terapia de pareja? En muchas ocasiones este es un recurso útil para enfocar la relación desde otras interpretaciones alternativas, comprender mejor las necesidades del otro, aprender a expresar las propias, resolver conflictos enquistados, ajustar expectativas imposibles, reordenar rutinas perniciosas, aprender a discutir y a negociar y, de manera general, también para aprender a cubrir y satisfacer equitativamente las necesidades emocionales de ambos.
Si ya habéis intentado todo esto y, aún así, él está decidido a dejarlo, poco puedes hacer más allá que aceptar su decisión, que no porque sea ajena es menos dolorosa (más bien todo lo contrario). Cuando una persona ha tomado una decisión firme y el diálogo asertivo no basta para reconducir la situación, llega un punto en el que no puedes intervenir en su cambio de opinión, pero sí que puedes trabajar en cómo te enfrentas a esta dura situación que supone una separación, ya que muchas veces no afrontamos los duelos amorosos con las estrategias más adecuadas.
En este sentido, tenemos que fijarnos en los esquemas de pensamiento con los que interpretas lo que está ocurriendo:
- ¿Qué creencias se te despiertan cada vez que piensas en ello?
- ¿Cómo te percibes a ti misma en este proceso?
- ¿Y qué me dices del futuro?
Prepárate para desterrar pensamientos polarizados, desecha el nunca de tu vocabulario y ni te atrevas a pensar que aquí se acaba el mundo. Lo único que finaliza es una etapa, y aunque reconozco que lo que viene ahora no es nada apetecible, no representa más que un periodo en toda una biografía de desarrollo y crecimiento: la tuya. Porque tú eras, eres y serás sin él la misma persona que a su lado se ha enriquecido todo este tiempo, y que ahora continuará haciéndolo en otros escenarios de vida.
La forma en la que piensas sobre la ruptura sentimental determina el modo y el tono emocional en el que la experimentas y la sientes. Por eso hemos de fijarnos después también en las emociones que brotan al respecto de toda esta serie de ideas. Si estás recurriendo a lecturas catastrofistas y derrotistas de la situación, entonces estás condenándote a atravesar un duro trance emocional, por eso es importante intentar reconducir esos pensamientos derrotistas e intentar afrontar la separación como una nueva oportunidad de descubrimiento y crecimiento personal. Cuidado con el modo en el que nombras y expresas tus emociones. La situación es triste, sí, pero no es desesperada o, al menos, no tiene por qué serlo. Esta relación acaba, pero con ellas no se desvanecen todas las potenciales relaciones del mundo o, si ahora no quieres ni pensar en esos términos, para ti no concluyen aquí todas las oportunidades de ser una mujer plena, satisfecha y completa.
Es fundamental que te recuerdes que esta etapa dolorosa es solo una parte de tu vida, y aunque no es fácil, tienes la fortaleza y la capacidad de superarla y seguir adelante, descubriendo nuevas facetas de ti misma y creando un futuro lleno de posibilidades y nuevas aventuras.