Nuestra pareja nos ha confesado que se siente atraída por otra persona y la crisis está servida, como es natural. En este momento, es normal que te sientas herida, triste, rabiosa, despechada, incluso despreciada, traicionada y ultrajada. Es muy desagradable ser conscientes de que hemos dejado de ser la única mujer atractiva y admirable para nuestra pareja, ya que hace que nos dejemos de sentir especiales. Pero bienvenida sea esa crisis si nos permite resolver la situación y salir de ella fortalecidos como pareja.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que cuando llevamos mucho tiempo en una relación es normal que en un momento de mayor distanciamiento nos sintamos atraídos por otra persona, la cuestión es cómo procesamos esta atracción y qué hacemos al respecto. Por eso nos encontramos ante una situación muy incómoda, pero no imposible de gestionar. Por un lado, nuestra pareja ha encontrado alguien en quien pensar o a quien desear fuera de la relación, por otro lado ha sido él o ella quién nos lo ha confesado. En este punto, lo que tenemos que plantearnos, aunque tengamos el juicio empañado por un huracán de emociones, es: ¿con qué intención?
Ante esta pregunta, hay dos opciones, y es importante identificar ante cuál de las dos estamos para poder abordar la situación lo mejor posible:
Si la confesión es el principio de una ruptura, poco podemos hacer. Es probable que ya le haya dado muchas vueltas al asunto antes de tener esa dura conversación y ya haya tomado una decisión al respecto. Lo podremos identificar porque no tiene interés en buscar soluciones y es posible que esté tan seguro de su decisión que se comporte de manera fría y distante. En este caso, lo mejor es. que te prepares para abordar una separación.
Si, por contra, lo que pretendía era sincerarse contigo para poder seguir adelante, entonces se abre ante vosotros un largo proceso que, en la muchas ocasiones, requiere de ayuda terapéutica. Es imprescindible que analicéis el inicio del deterioro, el momento en el que las necesidades de uno o de otro –o de los dos- dejaron de satisfacerse en la pareja, el momento en el que las carencias se dieron por sentadas y os resignasteis ante la realidad que teníais delante.
Las estrategias que a lo largo de vuestra historia de pareja habéis utilizado para cuidaros, reforzaros y comunicaros han dejado de ser eficaces, y ha llegado el momento de aprender otras nuevas. Flexibiliza todos los esquemas que tenías sobre la pareja y sobre el futuro, porque a partir de ahora esos esquemas no tendrán mas remedio que enriquecerse con nuevas conductas, nuevas habilidades e incluso, quizá, nuevos hábitos de vida.
Entre todos los elementos con los que necesariamente os tendréis que reencontrar a lo largo de este proceso se encuentran, con total seguridad, el gusto por estar juntos, el deseo sexual, la dedicación a la intimidad y vuestra capacidad para compartir desde la pasión y la admiración mutuas. Para recuperar todos esos momentos, la comunicación es esencial, procurando abordar vuestras necesidades y sentimientos desde el respeto mutuo y el cariño que os tenéis, dejando fuera los reproches y rencores que hayan podido surgir a lo largo de la crisis.
Todo esto requiere un gran trabajo personal y en pareja, y es importante intentar mantener en foco en las cosas que están fallando dentro de la relación y cómo podemos solucionarlas. Seguro que a lo largo de este recorrido te sientes angustiada y perdida, pero no decaigas, en la propia crisis (y en la forma de resolverla) se encuentra precisamente la oportunidad de salvar esta relación.